Cuando existe algún tipo de perturbación en el sector de la joyería inevitablemente la onda expansiva termina por llegar a nuestro laboratorio y eso es lo que estamos notando desde hace unos días, una nueva perturbación. En este caso la turbulencia viene generada por los zafiros tratados por difusión. Y, la cosa no es para menos porque a pesar de que la apariencia de los materiales que se están vendiendo bajo esta denominación es muy parecida, el precio difiere mucho de unos a otros y, no solo eso, lo peor es que aquello que el consumidor ha solicitado, en algunos casos, y aunque él no lo sepa, no es lo que se le ha servido. Sin duda, esta confusión, término que quizá empleo aquí con demasiada benevolencia, no beneficia a nadie. Bueno, no es así exactamente, probablemente algún listillo vea incrementarse la cifra de su cuenta corriente a costa de sus desprevenidas víctimas.
La cuestión es la siguiente: con el fin de realzar o dar color a algunos zafiros de color muy pálido o prácticamente incoloros se aplica un tratamiento consistente en incorporar en su estructura cristalina, mediante una elevada temperatura que habitualmente se encuentra entre 1700 ºC y 1800ª C, los elementos que imparten el bello color azul del zafiro. Estos elementos, hierro y titanio, se difunden por la red cristalina, y, aunque no alcanzan toda la masa del cristal penetran lo suficiente para colorear la gema. Sabemos que al menos desde el último cuarto del siglo XX se práctica este método. Estos zafiros tratados por difusión tienen su mercado y su comercialización es muy respetable siempre que, y solo siempre que, se declare su tratamiento. De manera que si seguimos las normas recomendadas por CIBJO la denominación correcta para estos zafiros sería «zafiros tratados por difusión».

Zafiro natural tratado con difusión. 7,00 x 5,00 mm
Zafiro sintético tratado con difusión. 8,00 x 7,50 mm

Ahora bien, hay otro tipo de material cuya composición química y estructura cristalina es la misma que la de los zafiros, pero en lugar de ser un producto de la naturaleza ha sido fabricado por el ser humano, me refiero a los zafiros sintéticos. Gemas también muy respetables y que como en el caso de los zafiros tratados por difusión tienen su mercado. También, en este caso, cuando se realiza una transacción comercial, informe o certificado de un zafiro creado artificialmente debe llevar el calificativo adecuado, que no es otro que el de «sintético», el cual debe ir explícitamente indicado sin ningún tipo de ambigüedad. A pesar de que ya lo sabemos, no puedo dejar de recordar a nuestros lectores que los zafiros sintéticos son mucho más baratos que los naturales.
El asunto origen de las turbulencias que nos ocupa es el siguiente: los zafiros sintéticos también pueden ser tratados por difusión, y de hecho lo son. Sabemos que estos zafiros sintéticos tratados por difusión se encuentran en los mercados internacionales al menos desde 2015, pero al parecer muchos joyeros todavía no se han enterado y otros es posible que se hayan enterado pero hacen como que no. ¿Cómo es posible que a estos últimos les preocupe tan poco lo que acontece con unas gemas tan relevantes en joyería? Zafiros naturales, tratados y sintéticos son materiales diferentes, unos son productos naturales, otros alterados por la mano humana y los otros son artificiales; todos ellos se pueden diferenciar sin demasiados problemas.

Inclusiones fundidas alrededor de otra más grande en un zafiro tratado con difusión
Inclusiones fundidas en un zafiro tratado con difusión

En cuanto a los zafiros tratados por difusión, tanto naturales como sintéticos, las características gemológicas tales como el índice de refracción, signo óptico o peso específico son las mismas en ambos casos, incluso el efecto «tela de araña» producido por la concentración del color en las arista también se ve en unos y otros, aunque a menudo en los zafiros naturales este efecto es menos marcado que en los sintéticos. La respuesta bajo las radiaciones ultravioletas es un indicio muy potente para diferenciarlos en ausencia de inclusiones significativas como, por ejemplo, burbujas en los sintéticos, o inclusiones fundidas en los naturales. En general, no suele ser necesario recurrir a técnicas avanzadas de espectroscopía para una identificación concluyente de estos zafiros.

Concentración de color en las aristas (efecto tela de araña) en un zafiro natural tratado con difusión. La foto se ha obtenido con el ejemplar sumergido en ioduro de metileno.
Efecto «tela de araña» en un zafiro sintético tratado con difusión. La foto se ha obtenido con el ejemplar sumergido en ioduro de metileno, los tonos amarillentos son debidos al líquido.

Determinados tipos de zafiros se han tratado desde muy antiguo, hay documentación que prueba que en Sri Lanka se trataban ya en el siglo XI, pero es sobre todo desde hace un par de décadas a esta parte cuando el comercio de piedras preciosas se ha inundado de gemas tratadas; el desarrollo de maquinaría y hornos diseñados específicamente para este fin casi con toda seguridad tiene algo que ver. En la actualidad, por ejemplo, se pueden comprar fácilmente hornos diseñados para producir asterismo en rubíes o zafiros calentándolos a alta temperatura con aditivos químicos. Es por tanto, urgente que los profesionales del comercio de piedras preciosas y joyería actualicemos nuestros conocimientos si queremos estar a la altura de los tiempos que corren.
Autor José Manuel Rubio Tendero


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