La mayoría de los diamantes empleados en joyería son incoloros o tienen un ligero tono de color, en general amarillo, amarillo verdoso o marrón. Son tonos casi imperceptibles, pero los gemólogos entrenados pueden percibirlos fácilmente y asignarles un grado en una de las escalas internacionalmente aceptada por los laboratorios y el mercado de las piedras preciosas. Los grados de color van desde el «Blanco excepcional+» o»D» hasta «Color» o»Y-Z» en la parte más baja de la escala. Si a partir de este punto el tono de color se intensifica pasa de considerarse un defecto a una virtud y el diamante aumenta de valor. Estos son los diamantes «Fancy»; un vocablo anglosajón que, en este contexto, presenta complicaciones al traducirlo al castellano. Hay quien lo traduce como «diamante de fantasía», denominación, en mi opinión, totalmente inapropiada porque puede inducir a error ya que «fantasía» alude a cosas, ideas o impresiones falsas o que no son reales. Creo que es más sencillo y descriptivo llamarlo como lo que son, diamantes de color azul, rojo, amarillo, rosa, etc, con el calificativo «Fancy» mientras no tengamos otro término mejor.
Pero mi intención no es entrar ahora en cuestiones de nomenclatura, sino llamar la atención sobre la banalización progresiva que venimos observando de la categoría «Diamante Fancy». En efecto, al mismo tiempo que ha aumentando el interés del público por este tipo de diamantes los límites y condiciones de la categoría se han relajado o expandido, algo que ha generado cierta confusión. Y, probablemente debido a esa confusión, a menudo vemos que se intentan pasar, deliberadamente o por desconocimiento, diamantes con un grado bajo de color como diamantes Fancy, algunas veces incluso acompañados de certificados de laboratorios más o menos reconocidos.
El interés por los diamante Fancy comenzó en los setenta y en los ochenta los laboratorios empezaron a emitir certificados específicos para este tipo de diamantes; por ejemplo, HRD en 1983 ya los emitía. Sin embargo, como decía más arriba, a lo largo del tiempo los criterios para clasificar un diamante como Fancy han ido variando. Por ejemplo, a principios de los 2000 si un diamante había sido tratado con algún tipo de radiación no solía clasificarse como Fancy. Además, en los certificados o informes no se mencionaba la pureza de manera que un diamante con inclusiones fácilmente visibles podía recibir la categoría de Fancy y ser, por tanto, más valorado que un diamante incoloro de la misma pureza. La calidad o el tipo de talla también era menos relevante que en el caso de los incoloros.
En un principio el término Fancy se empleaba solo con diamantes especialmente bonitos cuyo color era natural, colores puros sin demasiado gris. Los blancos lechosos, grises o negros no podían ser «Fancy». Sin embargo, hoy en día algunos laboratorios, entre ellos el GIA, también certifican diamantes blancos y negros como Fancy. ¿Esto es adecuarse a la demanda del mercado siendo flexible o doblegarse a la presión de los productores y el comercio? Quizá tenga algo que ver el hecho de que el precio de los diamantes Fancy desde 2009 hasta la actualidad se ha duplicado y existe mucha presión para conseguir que determinados diamantes de difícil comercialización pasen a la categoría Fancy.
Los diamantes Fancy más raros y por ello más cotizados son los de color rojo, rosa o azul. El precio de los amarillos por encima de los cinco quilates también se dispara. Pero el precio no es función solo del color, sino que influyen otros factores como la saturación y luminosidad para graduar el diamante dentro de una escala Fancy. Y, aquí encontramos algunas diferencias no solo terminológicas sino de criterio entre laboratorios. Por ejemplo, hasta ahora los diamantes con tonos de color amarillo o marrón, los más comunes, debían de tener una intensidad de color suficiente para que les correspondiera estar dentro de los Fancy, no existía la categoría Fancy Light para ellos, al contrario que en el caso de los diamantes rojos, rosas o azules, diamantes a los que les basta tener un ligero color para entrar en dicha categoría. Sin embargo, este criterio parece que actualmente no está generalizado.
Pongamos un caso ilustrativo, el diamante Maharaja Sunset de 49,31 quilates fue certificado en febrero de 2013 por GIA como Fancy Brown-Yellow, mientras que ese mismo diamante fue certificado un mes más tarde por Gübelin Gemlab como Fancy Light Brown. ¿A qué se debe esta discrepancia? ¿El primer laboratorio fue menos riguroso calificando el color o el segundo incluye también intensidades de color que otros no admiten como Fancy? En realidad, no lo sé. No he visto personalmente esta gema, pero cada vez surgen más casos como este que producen incertidumbre en el público, tanto profesional como no y, por eso, no nos podemos extrañar de que al laboratorio vengan personas pensando que tienen un diamante Fancy cuando en realidad lo que tienen es un diamante de grado bajo de color.
Sin duda, los diamantes Fancy gozan actualmente de una alta demanda. Este fenómeno ha repercutido en el empuje de ciertos estilos de talla, como la talla radiant, que intensifican el color de manera que algunos diamantes amarillos o marrones de grados inferiores situados justo en el límite pueden pasar a Fancy. Eso es una cosa, pero otra bien distinta es presentar diamantes con tonos de color amarillo o marrón ligeramente perceptibles como diamantes Fancy. No es lo mismo.
Autor José Manuel Rubio Tendero