Recientemente nos llama una señora muy alarmada porque había comprado unos dormilones de diamantes por Internet en una subasta. Cuando los recibe se da cuenta de que son mas pequeños que unos que ya tiene y que sabe lo que pesan porque los compró hace tiempo en una joyería. El motivo de sus prisas era porque al reclamar a la casa de subastas de Internet le indican que tiene que entregar el certificado de un gemólogo que acredite que la calidad no se corresponde con lo que le dicen y le entregan. Para hacer esto solo tenía dos días antes de que le hicieran el cargo definitivo que parece ser que está retenido por la casa de subastas unos días antes de entregárselo al vendedor. Nos trae las piezas y le pido el certificado o nota de entrega de lo que está comprando, para comprobar que lo que dicen que le venden y lo que le entregan es lo mismo. En ese caso no tendría lugar la reclamación. Me enseña el certificado y veo un documento en papel tipo pergamino que indica lo que pueden ver a continuación. La calidad de las fotos es muy mala incluso en el certificado original.
Al ver el documento le indico que ese papel no es un Certificado de Diamante, que es un informe que normalmente nosotros llamamos Informe Gemológico de Joya, pero firmado por un gemólogo y bien hecho. En este caso no lo firma nadie que indique que es gemólogo.
Me dispongo a ver las piezas y ya le digo a la señora que lo que veo no se corresponde con lo que se lee en el documento. Así que Si procede que le haga un informe para presentar la reclamación a la casa de subastas. La señora me dice que ¿como sabe ella como es un certificado de diamante auténtico o fiable? . Es verdad, yo se que el problema es que la mayoría de los particulares no saben como es un certificado de diamante y si es de una fuente fiable o no. Para eso están los gemólogos y joyeros, para aconsejar lo mejor posible a sus clientes cuando quieren hacer una compra. Que duros a cuatro pesetas no existen.
Varias son las diferencias encontradas:
- La primera fue al medir el diámetro que en ambas piedras es de 4,25 mm. (medido con un calibrador Presidium), con ese diámetro y al no poder medir la altura de las piedras porque la montura no lo permite, como máximo la piedra puede pesar 0,29 ct. (en el informe pone 0,34 ct. cada una) y el diámetro que iondica en el documento es de 5,20 mm. lo cual no es cierto. Este dato además tiene una repercusión en el precio de las piedras, porque la tarifa de precios de diamantes en la franja de pesos de 0,23 a 0,29 ct. es de menor cuantía que la siguiente franja de 0,30 a 0,39 ct.
- La segunda diferencia fue el peso de las piezas , que en el documento indica 1,00 g. y realmente pesaban 0,90 g. con piedras y cierres, un 10% menos de diferencia de peso de metal ¡es sustancial!.
- La tercera diferencia era el color, que a simple vista se notaban que eran de color marrón claro , uno con mas intensidad que otro. Esto se ponía de manifiesto cuando le mostré a la señora las piedras de lado y sobre una cartulina en V de color blanco neutro bajo una fuente de luz blanca apropiada para ver diamantes. La señora se dio cuenta enseguida. En el documento la calidad que indican es de color I (Top Crystal) cuando la realidad es que uno es Q y el otro O=, (Light Brown).
- La cuarta diferencia era la pureza de las piedra, mejor dicho en una de ellas, la otra si se correspondía con VS, pero la otra para mi es un SI1.
Cuando , al fin , he recopilado todos los datos y le calculo el PVP, según nuestro criterio, la señora reconoce haber pagado bastante mas.
Por favor, antes de arriesgarse a hacer una compra aventurada, ¡Consulten con un GEMÓLOGO!
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Buenos días.
En los establecimientos de joyería también nos engañan con frecuencia; unas veces por ignorancia y otras por mala fe.
Es difícil que nos demos cuenta del fraude. Quién se pone a comprobar la ley del oro que le han vendido, quién investiga si las piedras de sus joyas se corresponden con lo que le han dicho que eran en el momento de la compra.
Señor Llopis, usted siempre nos recomienda que recurramos a un gemólogo, pero los gemólogos no son complementos de bolsillo que siempre llevemos con nosotros; al gemólogo se acude en situaciones extraordinarias, cuando necesitamos vender, cuando tenemos indicios serios de fraude…
Las piezas que compramos no están identificadas y no podemos demostrar que son las que realmente nos han vendido, esto dificulta las reclamaciones y propicia la picaresca y el engaño.
Yo creo que en España falta regulación en el mundo de la joyería.
Saludos
Hola María Jesús
Su última frase, en mi opinión, es la clave de todo.
En España no hay ninguna normativa que obligue a alguien que quiera montar una joyería, una mínima formación de joyería y gemología. No se si sabrá que no hay ningún epígrafe en Hacienda para que un Gemólogo se saque una licencia fiscal de actividad. A partir de aquí, todo está mal. No exigen formación ni titulación para abrir una joyería, solo basta tener algo de dinero y ser emprendedor, cara bonita y buen trato detrás del mostrador y algo de gusto en la compra de las joyas que se van a exponer en el escaparate.
Yo pienso que las joyas deberían salir de la fábrica con el certificado de calidad que firma el Gemólogo que necesariamente debería estar en su plantilla, para que el producto llegue al consumidor final con un certificado gemológico que me indique los materiales y el origen de las gemas que forman la joya que estoy comprando. Al no tener epígrafe ni un amparo estatal, tampoco hay un Colegio de Gemólogos al que poder reclamar en caso de discrepancia si se diera el caso de consultar con otro gemólogo.
Resumen, no es obligatorio tener un gemólogo ni en una joyería, ni en una fábrica o taller. Con esta premisa «¡ancha es Castilla!».
Yo lucho para que se reconozca la profesión de Gemólogo. Me encuentro con muchas barreras, es como si una mano negra controlara los hilos e impide que mi idea avance.
Sigo intentándolo.
Saludos