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José Sánchez Víllora aficionado a la relojería desde siempre, es a partir de que fundara una empresa de relojería en la ciudad de Elche en 1990, conocida como CRONOPIOS cuando se despertó en él la necesidad de investigar y coleccionar estos mecanismos antiguos.
La medida del tiempo ha sido siempre una de las principales preocupaciones del ser humano, ya desde la antigüedad. Miremos la prehistoria, y recordemos el gigantesco calendario solar de piedra que se construyó en Stonehenge (Inglaterra) y quizá en Carnac (Francia). Los relojes de sol construidos en Egipto. Las sombras formadas por la luz del Sol sirvieron para percibir las primeras y sencillas formas de fragmentar los días en horas.
El tema de la medida del tiempo es tratado en esta obra desde el punto de vista artístico, histórico, científico y hasta religioso. Quizás el reloj antiguo pueda ser considerado en general como un producto artesanal, en algunos casos objeto de arte, y su mecanismo nada más que un pretexto o una concepción artística del conjunto, y que el aspecto técnico del reloj está totalmente desprovisto de belleza o interés.
Todo lo contrario, la emanación directa del genio inventivo del ser humano, la materialización misma de la utilidad y la función, no separan de la belleza y el arte en su colocación y formas. El corazón mecánico es el fruto del ingenio humano. Evoluciona y se perfecciona más y más en la inquietud de medir el trascurso del tiempo con la máxima exactitud, o de aportar eventualmente otras indicaciones de interés científico.
Hoy es de lo más común mirar la hora en nuestro teléfono móvil y, gracias a los constantes progresos de la tecnología más avanzada, se puede tener un reloj inteligente, con gran precisión al ofrecer la hora y, dotado de una multitud de funciones.
Para llegar a esta extraordinaria precisión moderna, fueron necesarios siglos de incesante búsqueda y descubrimientos debidos a físicos, ingenieros, o simples artesanos, que jalonaron esta larga búsqueda de la medida del tiempo. Esferas solares, clepsidra (reloj de agua), reloj de fuego, de arena, de ruedas, o mecánicos, relojes de cuerda; para llegar al éxito de los relojes contemporáneos el ser humano tuvo que hacer uso de todos los medios a su alcance, su inteligencia y la habilidad maravillosa de sus manos.
Toda esta ciencia no sirvió para animar únicamente engranajes relativamente simples o particularmente complejos de metal labrado, permitiendo la eclosión de obras de arte de orfebrería cincelada, de ebanistería, de pintura esmaltada.
El mundo de los relojes de cualquier tipo pertenece en efecto a una de las ramas más ricas y variadas de las artes decorativas, técnicas y artísticas. Siempre quedamos fascinados por tales objetos utilitarios, en cuanto que atestiguan por su belleza o su perfección estética y técnica del gusto perfecto y de la maestría absoluta de artesanos y artistas de siglos pasados.
Estos instrumentos de medición del tiempo pertenecen igualmente a la historia de numerosas civilizaciones occidentales y orientales. Nos esclarecen sobre los hábitos y costumbres de nuestros ancestros y, ayudados por nuestra imaginación, evocamos instantes placenteros o trágicos cuyos ritmos
continuados desarrollan.
Encontraremos en este libro la presentación de piezas clasificadas en razón de su calidad, belleza de sus formas, técnica, complicación y hasta llegar a sorprendernos en algunos casos.
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