Ha llegado a nuestro laboratorio un collar de perlas barrocas cultivadas Akoya de los años 60, con un broche de oro blanco y en el centro una esmeralda que tras una rutinaria observación a través de la lupa de 10x se detectó que no se trataba de una esmeralda, sino de un berilo incoloro cubierto en su culata de un pegamento verde, haciéndola parecer desde la tabla y montada en el broche, una esmeralda de buen color.
Este caso es, desgraciadamente, alguno de los ejemplos con los que nos encontramos en las joyas de nuestros clientes, que, sorprendidos por haberlo comprado en una joyería de nombre donde tantas otras compras se realizaron en la época y dado que en aquel tiempo no se exigían los certificados, se preguntan cómo es posible que hayan sido víctimas de tan feo engaño después de tantos años de confianza depositada. Quiero recalcar con este artículo, que no se debe hacer perder la confianza depositada de los clientes cometiendo este tipo de fraudes, pues tan sólo consiguen dar mala fama al sector y que siendo unos cuantos solamente quienes realizan estas fechorias, aquellos que son honrados se ven bajo la sombra de la sospecha. Por ello, animamos a todos los joyeros, clientes y demás interesados a que realicen certificados, bien para acompañar la venta de una joya, bien para saber lo que se compra y no encontrarse con futuras sorpresas.
Otra sorpresa que recientemente nos ha llegado al laboratorio es un hilo de pulsera aparentando ser bolas de fluoritas o turmalinas que, al mirarlas detenidamente, se nos revela algo muy curioso: esas bolas están envueltas en una capa de color que fácilmente se despega y que se están vendiendo como fluoritas o turmalinas. En realidad se trata de cristal de roca que al estar lacadas en diferentes colores, el aspecto podría confundirse con piedras como la fluorita o la turmalina. Me llama mucho la atención que minerales como estos sean imitados cuando la naturaleza aporta gran cantidad de ellos y a módico precio en casi toda su variedad de colores. Es deleznable que existan en el mercado materiales como éste sin que conste en su etiqueta lo que verdaderamente son. Quiero transmitir con estas líneas que independientemente del material del que se trate, ha de estar correctamente indicado, para el bien de aquellos ojos inexpertos que compran piedras, y puedan saber de antemano lo que realmente se llevan a casa. No critico la diversidad de productos comerciales. Hago hincapié en la nomenclatura, a veces, tan confusa que se les da a algunos materiales que evocan pensar la compra de algo natural, no siéndolo ni en su más remota apariencia. Para ello, existe una normativa CIBJO que se encarga de llamar a cada cosa por su nombre, aclarando si se trata de una síntesis, imitación o si ha sufrido algún tipo de tratamiento, etc. Esta normativa, el laboratorio MLLOPIS la sigue lealmente en todos y cada uno de sus certificados y se hace especial mención en todos los cursos que impartimos para que todos aquellos que deciden aprender con nosotros sepan y compartan nuestro empeño de nombrar debidamente a todo material que existe en el mercado.
Foto 1 Pegamento de color verde en el culet de este berilo incoloro
Foto 2 Aspecto de esmeralda cuando está montado este berilo incoloro.
Foto 3 Pulsera objeto de este articulo y una cuenta ampliada en la que se aprecia la capa de barniz coloreado deteriorada por el roce.
Foto 4 Se aprecia en una de las cuentas la capa coloreada junto al taladro.