Son tiempos difíciles y la crisis está durando mucho mas de lo que nos esperabamos, nos está poniendo a prueba. Muchos ahorradores que en su día , por el buen gusto hacia las joyas compraron como inversión, convencidos por los consejos de su joyero de confianza, sacan ahora al mercado esas piezas guardadas a las que el paso del tiempo debe haber revalorizado.
Os cuento el caso de una persona que por allá, por 1985, hace 26 años, su joyero de confianza le ofrece un lote fabuloso de aguamarinas. Los argumentos para la venta son: un color azul-cielo intenso poco usual y maravilloso, con tallas que forman parejas y tríos, de unos tamaños espectaculares, de mucha transparencia y vida y con un precio próximo a la ganga. Ante tales cualidades, el cliente se decide a comprar, por lo que el joyero se apresura a diseñar un aderezo de collar, pendientes y sortija espectaculares.
Diseño y precio concluyen en un acuerdo entre joyero y cliente.
Este cliente es el que ahora viene a nuestro Laboratorio a que le valoremos dicho aderezo. Nos comenta que está atravesando una dificil situación y que prefiere tener documentadas las joyas para una posible venta, forzado por la situación. El piensa que después de 26 años y del buen precio que consiguió, aunque le paguen la mitad de lo que valdrá ahora, seguirá recuperando su coste y además un beneficio por la revalorización.
Nos disponemos a estudiar sus piezas y en el caso de las piedras grandes, los centros de los pendientes de la sortija y los dos del collar, nos permite sin necesidad de desmontar las piedras, colocarlas en un refractómetro y comprobar su índice de refracción. En los cinco casos es de 1,610 y 1,620 con una birrefringencia de 0,010. Este índice corresponde al topacio, no al de una aguamarina. En el caso de las piedras azules pequeñas, mandamos el aderezo a nuestro engastador para que desmonte con cuidado varios ejemplares de muestra y asi poder ver también su índice de refracción. En las seis muestras desengastadas las lecturas dieron exactamente el mismo resultado, topacios.
Concluído nuestro estudio de todas las piedras, topacios y diamantes, del metal, de las hechuras, de los márgenes comerciales y de los impuestos, datos reflejados en nuestra hoja de cálculo que nos indica un valor del conjunto de 25.410,00 euros. 4.228.000 de las antiguas pesetas.
Cuando el cliente viene a recoger su valoración se queda absolutamente decepcionado y perdido. Me indica que pagó 4.700.000 pesetas en 1985.
La cadena de confianza viene desde el importador, que compra a su pedrero de confianza en origen (Brasil, Thailandia, Sry Lanka etc.) y que luego se lo vende a su cliente el joyero que a su vez lo vende al cliente final, su cliente de toda la vida. Quiero pensar que en todo este trayecto nadie ha comprobado la identidad de las piedras, todos dan por supuestamente buenas las indicaciones desde el primero hasta el último, ¿porqué?, ¡por la confianza!.
Pincha aqui para ver el informe gemológico:
informe gemológico y valoración de joyas 291-IV-00-6336-11
Desconozco las actuaciones de mi cliente hacía su joyero, pero lo que sigo insistiendo desde esta columna, tanto a unos como a otros que por favor ¡consulten con los gemólogos!, que no es de ser desconfiados el exigir (RAE: «algo a lo que se tiene derecho») un certificado gemológico de las piedras. Por otro lado también quiero hacer ver al pedrero el hecho de poder comprobarlo para estar seguros de lo que estoy vendiendo y al joyero que con un mínimo de formación gemológica, podría haber averiguado por si mismo con un simple refractómetro que la piedra que le están vendiendo no es una aguamarina, es un topacio azul claro. Por lo general el color de estos topacios, seguramente se debe al calentamiento de un topacio incoloro que cambia de color con un tratamiento térmico y que evidentemente no vale lo mismo que una aguamarina de bonito color natural.
Desde el principio no nos pareció con ese color una aguamarina.
Manuel Llopis es Gemólogo, Especialista en Diamante y Piedras Sintéticas Modernas, por la Universidad de Barcelona. Fundador y director del Laboratorio Gemológico MLLOPIS de Valencia.
Este sector que yo sepa, es el único de toda la industria y servicios que NO ha hecho NADA, ni ha querido dejar hacer, para incorporarse a las normativas de calidad establecidas (ISO, Q, etc.
Esto indica un OSCURANTISMO PREMEDITADO Y CONSENTIDO, con tintes mafiosos. Eso sí de grandes personas con mucho prestigio y meritorias de grandes confianzas, vamos que no necesitan normativas por intachables…
Un sector desde la comparativa con el resto de sectores que se puede definir como profesionalmente BANANERO.
¿A quién le sorprende este artículo?
¿En que titulados de gemólogía hay que confiar, en los de la academia pimpampum por correspondencia por poner un ejemplo? ¿en los del centro que estudió ud.? ya, ¿y para cuando un grado medio normalizado y con competencias? Si no saben responderme a esto último yo se lo explico…