
La abundancia de algunos tipos de gemas tratadas artificialmente para mejorar su color ha producido tal impacto sobre el proceder de los profesionales de la gemología y la joyería que, en mi opinión, es urgente un replanteamiento de la cuestión porque de otra manera los mismos profesionales podrían estar devaluando sin motivo algunas bellas gemas que la naturaleza ha tenido a bien producir.
Con el fin de introducirnos en esta problemática vamos a tomar como ejemplo un topacio amarillo anaranjado, engastado en una sortija, que nos trajeron al laboratorio para certificar.

No es muy habitual encontrar topacios amarillo anaranjado de gran tamaño y excelente color y calidad. Por eso nos sorprendió cuando identificamos como topacio amarillo anaranjado una gema tallada en almohadón modificado cuyas medidas eran 22,75mm x 21,50mm x 13,40mm y pesaba 54,37 ct aproximadamente.
La identificación de este topacio no resultó difícil: los índices de refracción que pudimos apreciar con el refractómetro gemológico eran de 1,630 – 1,638 y la birrefringencia de 0,008. Bajo el microscopio pudimos ver que contenía inclusiones sólidas que, una vez consultado el Photoatlas de inclusiones en las gemas de E.J. Gübelin y J.I. Koivula, pensamos que podían ser cristales de fluorita, pero, aunque no podemos asegurar con certeza este punto, sí está claro que se tratan de inclusiones cristalinas. Además, la gema presentaba líneas rectas de crecimientos.

El topacio tenía muy buena transparencia y “vida”. El color, según el patrón de colores del GIA, lo clasificamos como “oY 4/4”, amarillo anaranjado de tono claro medio y saturación moderadamente fuerte.

La sorpresa que nos produjo al enseñar el topacio a algunos gemólogos y joyeros fue mayúscula. Sin duda, topacios de estas características no son muy habituales, pero ¿por qué afirmar inmediatamente, sin ningún análisis previo del ejemplar, que la gema está tratada? Un repaso a la literatura gemológica escrita al respecto mostrará por qué este tipo de afirmaciones no deberían hacerse.
La localidad paquistaní de Katlang es famosa por ser productora de gran cantidad de topacios incoloros y de colores claros, pero también se encuentran excelentes topacios de color rosa. Muchos de los topacios procedentes de Katlang que no alcanzan un buen color para ser comercializados, tal y como informa la revista Gems & Gemology, en su volumen XLI de verano de 2005, páginas 66 y 67, se tratan por irradiación, y, tras el tratamiento, adquieren colores que van de naranja suave a naranja oscuro o naranja rosado. Sin embargo, después de unos días de exposición a la luz solar el color, en muchos de ellos, va desapareciendo. En algunos este proceso puede tardar algunos meses. Incluso durante el tallado de los ejemplares pueden decolorarse porque las piedras se calientan. Algunas ensayos con material de color claro que se ha calentado y después ha sido sometido a radiaciones demuestran que el color puede mejorar de esta manera, pero el calor afecta a los centros de color que se generan mediante este procedimiento (eliminándolos), de manera que el color desaparece.
Kurt Nassau, el eminente gemólogo que abordó concienzudamente los tratamientos artificiales para mejorar el color de las gemas y cuya obra ha servido y sirve de base a gran número de gemólogos, ensayó con topacios de color amarillo a naranja y marrón y demostró que con pequeñas radiaciones de rayos gamma se forman en estos topacios centros de color que pueden ser estables o no a la luz solar. La única manera de saberlo es exponerlos a sol (Gems & Gemology, vol XLI, Summer 2005 pp 66-67).

También, algunos topacios cuyo color no es apto para joyería pueden tratarse aplicando un recubrimiento sobre su superficie, así se producen topacios de color rosa, naranja, azul, verde e, incluso, multicolor. A veces solo es un colorante que puede rascarse fácilmente, otras, el recubrimiento se aplica sobre la culata de la gema y si ésta está engastada es más difícil identificarlo. Por otra parte, técnicas de difusión parecidas a las que se aplican a otras gemas, como por ejemplo los zafiros, también se aplican a algunos topacios incoloros y producen colores verdes y azules. Pero, según informa K. Shmetzer (Journal of Gemmology (2006), Vol 30, Nº ½, pp 83-90), estas gemas tratadas por difusión sumergidas en ácido hidrofluórico durante 8 horas o más horas pierden la capa de recubrimiento. Los análisis de espectroscopía EDXRF revelaron que el cobalto era el elemento responsable del color y los análisis LIB mostraron que había trazas de calcio, sodio, litio y potasio en la capa superficial. Recordemos que el bonito color rosa del topacio los produce el ion Cr+3, otros colores son producidos por centros de color.
La localidad brasileña de Ouro Prêto produce desde hace ya mucho tiempo una amplia variedad de colores de buen topacio. Aquí se encuentra, raramente, el cotizado color rojo “Sherry”, y, también topacios de color púrpura. Algunos amarillos pardo o naranja se tratan para obtener topacios de color rosa, color que es estable a la luz y al calor. Estos topacios tratados de color rosa tienen fluorescencia amarillenta o verdosa intensa, a diferencia de la fluorescencia débil o moderada de color amarillo-verde tizosa de los topacios de color rosa naturales. No obstante, esta prueba no es, todavía, concluyente.

En vista de todo lo anterior, ¿por qué algunos profesionales afirman, a simple vista, que un topacio amarillo naranja, ha sido tratado? En mi opinión, es por qué desconocen el asunto. Y, la consecuencia inmediata es que una gema extraordinaria, en este caso sería el topacio que hemos puesto como ejemplo, pasa de ser una muestra de la belleza que la naturaleza nos ofrece a un material que el hombre, ha producido artificialmente.

Todos sabemos que en la actualidad muchas gemas están tratadas, y, algunos de estos tratamientos no se pueden identificar por medios gemológicos estándar. Por ejemplo, los topacios azules irradiados. Pero en otros casos, sí los podemos identificar si estamos informados de lo que acontece en nuestro sector. Esa es la función de los gemólogos y de los laboratorios gemológicos, estudiar los avances tecnológicos en constante desarrollo para poder afirmar (o algunas veces negar) que la naturaleza nos ha proporcionado un fragmento de belleza extraordinaria. No nos equivoquemos, flaco favor hacemos a la profesión si negamos sistemáticamente, en general por una deficiente formación o información, que ya no hay gemas naturales.
Autor: José Manuel Rubio Tendero