Estamos viviendo algo así como una “avalancha” de instrumentos para detectar diamantes sintéticos y tratados. Si en 2015 la síntesis de diamantes destinados a joyería, o con potencial para ello, experimentó un avance espectacular, 2018 no se puede decir que vaya a ser menos en lo que se refiere a instrumentos para detectarlos. Pero, ¿son eficaces estos aparatos?. Bien, contestar a esta pregunta supone aclarar algunos puntos. En primer lugar, las técnicas de síntesis y tratamientos están en constante evolución, las características de los diamantes sintéticos actuales quizás no son las mismas que tengan futuras generaciones de material sintético. Los instrumentos que ahora se fabrican puede que en un futuro no alcancen a identificar las características de los nuevos diamantes. Así que, a muchos profesionales temerosos de la coyuntura actual quizá les haría falta empezar a conocer mejor las características de los diamantes naturales porque, aunque resulte obvio, no van a cambiar. Es un ligero cambio de perspectiva que puede sorprenderles. No es difícil encontrar, a menudo, indicaciones del origen natural en muchos diamantes. Por ejemplo, muchos diamantes naturales pueden tener inclusiones o señales de crecimiento que directamente descartan la posibilidad de que sean sintéticos. Mientras que, por su parte, algunos sintéticos pueden incluso tener grabado en el filetín una inscripción informando de su origen y, además, un número del certificado emitido por algún laboratorio.

Inscripción en el filetín de un diamante sintético

Sin embargo, en la mayoría de los casos necesitaremos llevar a cabo algún tipo de análisis con instrumentos para asegurarnos ante qué tipo de material nos encontramos. Pero tengamos presente que no hay ningún único instrumento que detecte todos los diamantes naturales, sintéticos y tratados. En realidad, la mayor parte de las veces identificar un diamante natural, sintético o tratado es una tarea que incluye una combinación de técnicas espectroscópicas que requieren una inversión relativamente alta y un periodo de aprendizaje. Los gemólogos ya pueden ir pensando en caminar por esta senda (el que no lo haya hecho ya). Aunque existen instrumentos que permiten al profesional del comercio de piedras preciosas o joyero diferenciar rápidamente y con seguridad una gran parte de los diamantes naturales, en torno al 98%, estos instrumentos tienen siempre limitaciones que debemos conocer para hacer un uso apropiado de ellos.
La mayor parte de estos instrumentos están basados en la transmisión de la luz ultravioleta a través del diamante, en analizar la luminiscencia producida por estas ondas o en la absorción en la región del infrarrojo del espectro electromagnético. Detectar la fosforescencia se utiliza mucho porque puede utilizarse con piedras montadas. Es imposible hacer un listado completo de los instrumentos que existen actualmente en el mercado, pero podemos comentar algunos diseñados por entidades referentes de la gemología internacional. Entre los primeros detectores, también conocidos como “screeners” o “spotters”, cabe mencionar el D-Screen, un aparato ideado por HRD, a principios de la década del 2000, basado en la transmisión de la luz ultravioleta de longitud de onda corta en los diamantes: el 98% de los diamantes naturales contienen átomos agregados de nitrógeno como impureza y son opacos a estas longitudes de onda.

D-screen

Este pionero de los detectores sigue siendo válido, pero cuenta con importantes limitaciones ya que únicamente pueden probarse diamantes sueltos y en el rango de color D-I. En su favor podemos decir que detecta tratamientos (siempre que cumplan las exigencias del rango color D-I).

Si damos un salto en el tiempo y nos situamos a principios de este mismo año, el Instituto Gemológico Americano (GIA) sacó al mercado, después de varios meses anunciándolo, un instrumento llamado GIA iD100 TM. Este aparato analiza el espectro de fotoluminiscencia cuando se proyecta luz ultravioleta sobre los diamantes. Según GIA, el instrumento detecta el 98% de los naturales, el resto necesita ser examinado por otros medios porque podrían ser sintéticos. La ventaja de este instrumento es que sirve para diamantes montados y tan pequeños como 0,9 mm. Pero una limitación muy importante es que no alcanza toda la escala de color de los diamantes, abarca el rango de incoloros a casi incoloros. Y no detecta los diamantes tratados.

GIA iD100TM

Por su parte, HRD el pasado mes de mayo lanzó un nuevo instrumento llamado D-Tect. Este aparato analiza los espectros de fotoluminiscencia, Raman y la luminiscencia con UV. Digamos que es un intento de “todo en uno”. Sirve para diamantes montados y sueltos y abarca todo el rango de grados de color D- Z.; diferencia entre natural, sintético e imitaciones; pero, en este caso, tampoco detecta los tratamientos, requiere aprendizaje y no es precisamente económico.

D-TECT

Como ejemplo de lo complicado que puede resultar el asunto mencionaremos el artículo publicado recientemente por Hiroshi Kitawaki (Central Gem Laboratory de Tokio) en el último número del Journal of Gemology. Este autor demuestra que la fosforescencia característica de los diamantes sintéticos HPHT desaparece tras ser irradiados con electrones. Y, por tanto, el diagnóstico de algunos instrumentos basados en ella puede ser erróneo.
En fin, nos podríamos extender mucho más, pero con lo anteriormente expuesto parece claro que la mejor herramienta para distinguir los diamantes sintéticos de los naturales es la información. Por el momento no existe un único instrumento que diferencie todos los diamantes naturales, sintéticos y tratados y es posible que nunca exista. Es muy importante conocer el fundamento de estos aparatos y las posibilidades y limitaciones que tienen. Por tanto, nada mejor que preguntar al vendedor en qué se fundamenta el instrumento que pretende vendernos. Y, si existe un margen de incertidumbre en los resultados que nos proporciona, será imprescindible acudir a un laboratorio gemológico debidamente equipado para estudiar los ejemplares.
Escrito por José Manuel Rubio Tendero


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