La tremenda evolución tecnológica actual repercute en todas las facetas de nuestras vidas y, como no podía ser de otra forma, en el mundo gemológico. El equipamiento de los laboratorios gemológicos actuales necesita adecuarse a las exigencias que los nuevos materiales presentan. Los diamantes sintéticos son un claro ejemplo, pero también algunas gemas tratadas artificialmente para mejorar su color o pureza. Además de gran cantidad de rubíes, zafiros y esmeraldas, podemos encontrarnos tanzanitas, jadeítas y otras tantas.
Los instrumentos de análisis para resolver estos problemas nuevos cada vez son más sofisticados y caros y todos tienen sus ventajas y limitaciones. Entonces, ¿qué instrumentos como mínimo son los que necesita un gemólogo para hacer su trabajo? ¿Por dónde empezar? En mi opinión, por una formación actualizada. Conocer la teoría que fundamenta los instrumentos gemológicos nos ayudará a tomar las decisiones correctas cuando necesitemos adquirir un instrumento nuevo y, también, es una herramienta esencial para el desarrollo de nuestra vida profesional.
El tema de la formación gemológica da mucho que hablar y no vamos a abordarlo en estos momentos. No obstante, sí me gustaría apuntar brevemente que no existen actualmente estudios reglados de gemología; en su lugar existen escuelas vinculadas, de una manera u otra, a entidades universitarias o privadas que ofertan programas formativos muy similares. Pero cabe mencionar que si damos una ojeada a los temarios veremos que en la mayor parte de los casos se han actualizado muy poco con respecto a lo que se estudiaba hace nada menos que treinta años. Temas como las técnicas avanzadas de espectroscopía, con muy pocas excepciones, no se tratan. ¿Por qué? Intuyo que porque ello implica incrementar el número de horas lectivas y, en consecuencia, el precio de los cursos.
Volviendo al equipamiento de los laboratorios gemológicos, no es que los instrumentos gemológicos tradicionales como el refractómetro, el espectroscopio manual o la balanza hidrostática, entre otros, hayan dejado de ser válidos, nada más lejos, sino que las exigencias actuales nos obligan a introducir nuevas técnicas y ello implica hacer frente a dos problemas. Por un lado, el operador debe estar capacitado para aplicar a las gemas las funcionalidades de estos instrumentos a menudo muy sofisticados. Y, por otro lado, su elevado coste. Tengamos en cuenta que la inversión necesaria para disponer de todas las técnicas consolidas actualmente en gemología es prácticamente prohibitiva excepto para muy pocas organizaciones, algunas financiadas en parte con importantes donaciones privadas. Asunto este también un poco controvertido por lo que respecta a la influencia que pudieran ejercer sobre la integridad e independencia de los laboratorios que las reciben. Sin embargo, es imperativo que los laboratorios gemológicos nos actualicemos.
Una alternativa es recurrir a los departamentos o secciones que algunas universidades tienen para ayudar a las organizaciones y empresas en cuestiones de investigación. Por supuesto, este recurso no ofrece la misma flexibilidad que si los instrumentos estuvieran en nuestras instalaciones, pero nos brinda la posibilidad de llevar a cabo análisis de materiales que no podríamos efectuar de otra manera, a veces (no siempre) incluso con el asesoramiento de un especialista en la técnica empleada. Por citar un ejemplo, algunos materiales ornamentales formados por agregados microcristalinos requieren un análisis de difracción de rayos X para averiguar su estructura cristalina. En otros casos, por ejemplo si sospechamos que un rubí ha sido tratado con difusión de berilio, podríamos necesitar realizar un análisis químico para averiguar la presencia de elementos trazas mediante espectroscopía de masas LA-ICP-MS, una técnica que sin duda escapa a las posibilidades de cualquier laboratorio independiente.
Además, casi tan importante como todo lo que acabamos de comentar es tener una biblioteca tan extensa como sea posible y recibir las publicaciones periódicas especializadas para estar informados de las investigaciones más recientes y contrastar los resultados de nuestras investigaciones o trabajos con los de otros laboratorios. Y, por último, es muy conveniente contar con una colección de gemas previamente identificadas que nos sirvan como patrones de referencia.
En resumen, los gemólogos necesitamos un laboratorio para trabajar y eso hace inevitable una inversión económica elevada y constante porque la afluencia de nuevos materiales con nuevas características es continua. Eso es precisamente lo difícil. La financiación siempre es un problema y un obstáculo a superar obligatoriamente de alguna forma porque el equipamiento del laboratorio, en el que se incluye una plantilla de gemólogos cualificados, creará y respaldará nuestra reputación profesional.
Escrito por José Manuel Rubio Tendero
Muchas gracias por tener este blog. Es maravilloso leer artículos así. ¡Un saludo!