Rubí natural. Empezar desde el principio.

El mundo de las piedras preciosas suele sufrir de periódicas convulsiones centradas en un asunto concreto. De un tiempo a esta parte parece que le ha tocado a los rubíes, en su vertiente tratamientos. Casi a diario nos llega algún informe sobre un nuevo tipo de tratamiento que se ha detectado y cómo identificarlo. A menudo, la identificación de estos tratamientos para alterar el color original de los rubíes es complicada y requiere de tecnologías que escapan a la mayoría de los gemólogos. Pero en esta vorágine de noticias que se ha creado al respecto, ¿no hemos perdido el horizonte? Y, entiendo por horizonte el punto a partir del cual podemos empezar a sospechar que un rubí natural ha sido sometido a algún tratamiento artificial (no incluye el proceso de talla) para mejorar su color o transparencia. En otras palabras, lo primero que tenemos que conocer son las características propias de los rubíes naturales, tal como las inclusiones que habitualmente suelen tener, con el fin de discriminar, en un primer momento las gemas que potencialmente pueden haber sido tratadas sencillamente porque las inclusiones que vemos no son como la de los rubíes naturales. Y, ello puede realizarse empleando un instrumento gemológico tradicional como es el microscopio o lupa binocular.

Todos sabemos que los rubíes naturales de cierto tamaño sin ningún tipo de tratamiento son, desde hace ya años, muy escasos, pero aún siguen existiendo. Los tratamientos que se aplican al corindón sin calidad gema (recordemos que el rubí es su variedad roja) para conseguir un material comercializable son varios: desde el relleno de fracturas con vidrio, por ejemplo, hasta someter el material a elevadas temperaturas en presencia de elementos que se difunden a través de él. Aunque en el comercio no es difícil encontrar rubíes, muchos están tratados de alguna manera, y, lo que es peor, a veces no se dice. Identificar correctamente los rubíes tratados puede ser ocasionalmente complicado, sin embargo, otras veces, en cambio, identificar los rubíes naturales mediante técnicas gemológicas tradicionales resulta relativamente fácil. Este es el caso que nos ocurrió recientemente y a continuación vamos a exponer.

Nos trajeron un par de pendientes con dos rubíes engastados con garras y orlados con diamantes de 1,40 mm. Dado que las garras se podían separar con facilidad desmontamos los rubíes tallados en facetas, uno de contorno oval (1,41 ct) y el otro ligeramente almohadillado (1,61 ct). Después de comprobar sus índices de refracción, peso específico y espectro de absorción en la región del espectro visible, procedimos a estudiar sus inclusiones con el microscopio gemológico.

Fue una grata sorpresa comprobar que tenían unas inclusiones que podríamos calificar como de “libro”. En efecto, el interior de las gemas, muy transparentes las dos, contenía algunas inclusiones típicas de los rubíes procedentes de Tailandia que han sido ilustradas en el Photoatlas of inclusiones in gemstones de Gübelin y Koivula, volumen 3 (2008). Entre ellas destacaban inclusiones primarias de fluidos naturales que son vidrio natural con una burbuja de gas atrapada en su interior (pag 109). También tenían el entrecruzado de maclas polisintéticas que parecen finas agujas (pag. 111) y un tipo de inclusión típica de los rubíes de Tailandia: los planos cicatrizados de fluidos naturales con un diseño que en algunas zonas siguen direcciones cristalográficas. Estas inclusiones presentan vívidos colores iridiscentes (pag. 110).

En fin, aunque hay muy pocos rubíes naturales podemos reconocerlos, en muchos casos, inmediatamente si nos hemos preocupado de estudiar algo tan básico como el tipo de inclusiones características de esta bella gema.
Autor: José Manuel Rubio Tendero

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