Al ordenar hace unos días la colección de gemas de nuestro laboratorio me llamó la atención un par de ejemplares de opérculos que me hicieron rememorar una cuestión nunca resuelta. Todos sabemos que la Gemología es una disciplina científica que estudia las gemas, hasta aquí no hay ninguna duda, pero ¿qué es una gema? En principio cualquier ciencia debería tener definido su objeto de estudio: el nuestro a veces es un poco difuso.
Una respuesta prematura sería considerar una gema como simplemente un elemento decorativo personal, pero, sin duda, semejante definición se queda cortísima, ¿o es que una gema no es también una expresión de emociones? Tal como un regalo que hacemos a alguien para demostrarle nuestro amor, cariño y compromiso. Y, no olvidemos que una gema puede ser también un elemento indicativo de estatus o condición social; o, incluso un objeto representativo de valores y conceptos religiosos. En fin, estas consideraciones, y otras que aquí no hemos llegado a plantear, revelan la dificultad de acudir a definiciones simplonas, en mi opinión, como la que dice que una gema es algo «raro, bello y duradero». Los opérculos utilizados como gemas a los que acabo de referirme nos pueden ayudar a abordar este asunto.
Algunos gasterópodos acuáticos tienen una porción de material similar al de su concha que está situado en la parte posterior del pie y utilizan como tapón cuando el molusco se aloja en el caparazón, a esta pieza de le llama opérculo. La etimología de la palabra viene del latín operculum que significa pequeña tapadera. Por lo que al tema que nos concierne, el opérculo del molusco turbo petholatus se ha utilizado durante siglos como elemento de adorno. Este opérculo tiene forma ligeramente ovalada con un domo parecido a un cabujón que tiene un brillo intenso y pequeñas protuberancias. Es de color blanco con un círculo verde o marrón, mide entre 25 mm y 12 mm. La parte plana es la que está sujeta al animal, suele mostrar líneas en espiral, reflejo de las etapas de crecimiento, y está recubierta de una fina capa parda de conquiolina.
Los opérculos que hemos estudiado tienen un peso específico entre 2,75 y 2,50; la dureza está en torno a 3,5 de la escala de Mohs y su principal constituyente es el carbonato cálcico (CaCO3) en forma de aragonito tal y como revela el análisis del espectro de infrarrojos FTIR que hemos llevado a cabo. La fractura que presentan es laminar.
El opérculo es conocido desde hace siglos bajo diferentes denominaciones en diferentes zonas del planeta. Destaca la alta estima por este material que existe en ciertas regiones de la Polinesia donde los opérculos se engastan en pendientes, pulseras, broches y collares, mientras que, sin embargo, en otras zonas del mundo apenas se les conoce o se les da escaso valor.
Ahora contrapongamos opérculos y diamantes, por ejemplo. Estos dos materiales son completamente diferentes, tanto en sus propiedades físicas como por el precio que se paga por ellos, ¿ambos materiales son gemas o debemos considerar al diamante, más duro y que alcanza precios más elevados, como una gema y relegar al opérculo a simple material decorativo? No creo que en los lugares donde culturalmente el opérculo es un material apreciado piensen que tiene una importancia casi irrelevante.
Definir con exactitud qué es una gema es una cuestión probablemente irresoluble desde el momento en que nos introduce en el mundo de las ideas de sociedades diferentes en el tiempo y el espacio, pero tampoco se trata de un simple ejercicio de diversión o entretenimiento intelectual. Las gemas son el soporte físico de significados simbólicos cuya correcta interpretación requiere acometerse desde diversas perspectivas, y, en ello, los gemólogos podemos y debemos aportar nuestro conocimiento.
Autor José Manuel Rubio Tendero