Dentro de la amplia variedad de gemas la datolita es una de las que vemos con poca frecuencia. No es una gema idónea para llevarla engastada en una sortija por su relativamente escasa dureza, 5 – 5,5 (escala de Mohs), pero sí puede ir perfectamente en pendientes, broches o collares porque ya no está tan expuesta a golpes o roces.
La datolita se encuentra de diversos colores: amarillo, pardo, verde claro, rosa, rojo, violeta e incolora y, a menudo, en masas microcristalinas. Los cristales aptos para ser facetados no suelen exceder de los dos quilates y son bien recibidos por los coleccionistas.
El caso es que como no es una gema muy vista y algunas de sus constantes gemológicas se solapan con las de otras gemas como, por ejemplo, con la variedad incolora de la turmalina, se puede confundir fácilmente. Sin embargo, su identificación no representa ninguna dificultad si somos metódicos. Pongamos por caso una datolita incolora que hemos tenido hace pocos días en nuestro laboratorio.
Los valores máximos y mínimos de los índices de refracción de esta gema eran 1,651 – 1,618, por lo que la birrefringencia era de 0,033. Dado que no tenía un índice de refracción ordinario, la gema era claramente biáxica. Y, por tanto, no se podía tratar de una turmalina porque son uniáxicas (-).
Por otra parte, con la balanza hidrostática averiguamos el peso específico del ejemplar estudiado y dio 2,97, aunque podíamos esperar una ligera diferencia real dado el pequeño tamaño de la gema. No tenía fluorescencia con radiaciones ultravioleta de onda larga, ni tampoco con onda corta.
El análisis espectroscópico de la región del infrarrojo nos suministró una información de gran importancia para identificar concluyentemente el ejemplar. Cotejamos el resultado del análisis espectral con el de otras gemas cuyas constantes físicas se sitúan todas ellas muy próximas y encontramos, sin duda ninguna, que se correspondía con el de la datolita.
En resumen, es importante estar atento al resultados de las pruebas gemológicas estándar, un dato que debido al trabajo de rutina puede pasar desapercibido, como el signo óptico de una gema, puede ser la clave para no cometer un error de identificación.